Cuando el desarrollo de un niño se ve interrumpido o se incumplen las tareas evolutivas por parte
de los padres o cuidadores, surgen una serie de consecuencias y experiencias
traumáticas para el maltratado. Estas consecuencias afectan directamente al
niño, alterando así al normal desarrollo
de sus competencias.
Aunque
no existe un perfil patológico específico asociado al maltrato, los niños y
niñas maltratados suelen manifestar dos alteraciones de conducta, que suelen
agruparse en torno a: una tendencia fácilmente perceptible, violenta y
antisocial que exterioriza la tensión generando problemas a los demás; y una tendencia
al aislamiento y la pasividad caracterizada por la interiorización del
conflicto y que resulta más difícil de percibir. Estas dos tendencias no son
incompatibles, pero determinadas condiciones del niño pueden aumentar la
predominancia de una sobre otra. La interacción entre ambas tendencias suele
hacer más probable la exteriorización antisocial en los niños y la
interiorización en las niñas.
La
relación entre el maltrato infantil y dichos problemas conductuales se debe al
deterioro producido en las tareas evolutivas básicas. Cuando un niño se
desarrolla normalmente, las competencias adquiridas en los niveles básicos
hacen posible la adquisición de competencias posteriores. En cambio, cuando
dichas tareas evolutivas son deficientes obstaculizan el desarrollo de las
siguientes. En el caso de estos niños maltratados, los efectos dependerán del
periodo de desarrollo en el que se encuentre, la severidad, la frecuencia, el
tipo de maltrato y las oportunidades para resolver las tareas evolutivas a
pesar del maltrato.
Entre
las tareas evolutivas críticas de la infancia deterioradas por el maltrato, se
encuentran:
*El
establecimiento de los primeros vínculos a través de los cuales se desarrollan
las relaciones sociales.
*El
establecimiento de la autonomía y la motivación de eficacia, a partir de la
cual se desarrolla la capacidad para establecer objetivos propios y tratar de
conseguirlos.
*El
desarrollo de la interacción entre iguales, a partir de la cual se adquieren
las habilidades socio-emocionales más sofisticadas.
A
través de las relaciones que los niños desarrollan desde su infancia con los
adultos encargados de su cuidado, adquieren los modelos básicos a partir de los
cuales aprende lo que se puede esperar de uno mismo y de los demás; de gran
relevancia en la regulación de sus emociones y conductas. La formación de estos
modelos es una tarea evolutiva muy importante, a partir de la cual se pueden
explicar la relativa continuidad que suele existir entre la calidad de la
relación que los niños establecen desde la primera infancia y la calidad de las
relaciones que se establecen en edades posteriores. Para favorecer el
desarrollo positivo, es preciso proporcionar al niño experiencias de
interración con el adulto que le ayuden a aprender a: confiar en si mismo y en
los demás; a predecir, interpretar y expresar lo que sudece; asi como
estructurar de forma consistente su comportamiento en relación al
comportamiento de los demás.
Pero
cuando el niño es maltratado existen una serie de obstaculos que le impiden dicho
aprendizaje. Entre ellos:
*La privación
emocional, cuando los adultos responsables del niño no estan
psicológicamente disponibles para atenderlos, condición que si se hace
persistente es llamada abandono emocional, originando a los niños cierta
tendencia a la pasividad, dificultades de aprendizaje y falta de sensibilidad
social.
*La
ausencia de relaciones estables y previsibles, cuando el niño carece de
figuras de apego estable con las que establecer un apego seguro o cuando son
tratados de forma imprevisible y contradictoria originando indefensión e
inseguridad, e impidiéndole aprender a estructurar su conducta de forma
coherente en relación a la conducta de los demás.
*La
relación coercitiva como esquema racional básico, orientado al control y al
dominio a traves de formas de abuso (emocional y físico), suele orginar una
tendencia en el niño negativista y antisocial, de resistencia a los demás,
dando lugar a conductas agresivas, similares a las que los adultos han
utilizado con el, o bien al contrario, una tendencia a la sumisión absoluta.
En
cuanto al logro, motivación de eficacia y la orientación de las tareas,
es la motivación que tiene el niño por triunfar, por influir en el entorno que
le rodea, y esta motivación va ligada a las interacciónes que establece en el
sistema escolar. Estos logros se alcanzan cuando una serie de objetivos
planteados son alcanzados de forma independiente, cuando estos objetivos son
cumplidos los cuidadores les alientan y les reconocen de forma consistente,
interiorizando asi los mensajes positivos que transmiten. Todo ello hace que el
niño despierte su deseo de aprender por si mismo, la motivación de un logro y
que se enfrente a situaciónes con seguiridad y eficacia. Sin embargo, en el
caso de los niños maltratados, se produce un efecto contrario, cuando los
intentos de dominio independiente son negativos o los cuidadores por su parte
manifiestan rechazo hacia dichos intentos o lo inhiben. Esto desencadena haciendo que el niño no desarrolle
su autonomía, tenga dificultad para tomar decisiones y responda ante las
dificultades con inseguridad e ineficacia al anticipar resultados negativos y
carecer de pautas adecuadas para controlar su propia conducta.
Es
verdaderamente importante la capacidad para relacionarse con nuevos adultos y
la motivación de eficacia para lograr una capacidad de adaptación fuera del
entorno familiar. Es tan importante hasta el punto de ser considerada una de
las principales causas de dificultades de aprendizaje.
La
interacción con los compañeros y desarrollo de la competencia social. Con los adultos se produce el primer tipo de relación como consecuencia
de la cual se adquiere la seguridad o inseguridad básica. Los compañeros
comienzan a influir en el desarrollo un poco después y a través de complejas
interacciones estimulan el desarrollo de las habilidades sociales más
sofisticadas necesarias para un adecuado desempeño en el papel de adulto.
Con los iguales se aprende un importante
principio social muy importante para relacionarse que no te pueden eseñar los
propios adultos. Hay situaciones en las que el grupo no las cumple
adecuadamente: porque no hay oportunidades de que estos se relacionen; cuando
interactuan sin tener la capacidad para tener relaciones entre iguales o cuando
las relaciones entre iguales les sustituyen a las relaciones con adultos
(porque el niño carece de oportunidades de tenerlas).
Los
profesionales que se encuentran en la escuela no presentan dificultad en
detectar el maltrato. Las conductas adoptadas por los niños son fácilmente
observables diariamente y a lo largo del curso escolar. La posibilidad de
comparar esta conducta con la de los demás niños esta al alcance del profesor,
tambien podemos observar la interacción que tiene el maltratado con su familia.
Estudios
demuestran que el profesorado a la hora de detectar un caso tienen serias dudas
para inferir a partir de lo que observan, en función de lo cual puede
explicarse que con frecuencia no informan de estos casos de riesgo, debido al
miedo a equivocarse y a las posibles consecuencias negativas del error. La inseguridad y falta de información sobre
cómo comunicar lo que observan; las
posibles consecuencias legales que podría tener el hecho de equivocarse, asi
como el deterioro de las relaciones entre los padres y el niño.
Para
prevenir el maltrato infantil, curar a los niños y a las niñas que lo han
sufrido de sus destructivos efectos, conviene situar la intervención a
distintos niveles, orientándola en torno a los siguientes objetivos:
*Desarrollar
la conciencia de los derechos de los niños y las niñas y su necesidad de
protección, incluyendo en este sentido la necesidad de sustituir el castigo
violento por otras formas alternativas de disciplina, basadas en la
comunicación, que les enseñen a respetar ciertos límites y controlar su propia
conducta.
*Erradicar
las condiciones de pobreza y la exclusión social en las que viven en
determinadas familias.
*Mejorar
la capacidad educativa de los padres y las madres para garantizar un cuidado
atento y adecuado, una relación afectiva cálida y una disciplina consistente.
*Mejorar
la calidad de la vida familiar, promoviendo actividades que inviten a la
interacción entre padres e hijos.
*Desarrollar
alternativas a la violencia reactiva y a la violencia instrumental.
*Enseñar
a rechazar la violencia, incompatible con la permisividad.
*Enseñar
a respetar límites a través de procedimientos no violentos.
*Desarrollar
condiciones protectoras que ayuden a romper el círculo del maltrato,
promoviendo relaciones basadas en el respeto mutuo.
*Proporcionar a los niños y niñas que han
desarrollado modelos básicos negativos, experiencias de interacción con adultos
que tengan adecuada disponibilidad psicológica. Con estos pueden aprender a
confiar en si mismos y a interpretar y predecir emociones asi como a
estructurar su comportamiento en relación al de los demás.
*Enseñarles
a orientar la conducta hacia la consecución de objetivos constructivos,
orientandoles a plantearse objetivos, afrontar el éxito o el fracaso.
*Prevenir
la exclusión social de los niños maltratados, ayudándoles a establecer
relaciones adecuadas con sus compañeros.
Todas
estas pautas de actuación son las que pueden ayudar a que el niño maltratado se
integre en la sociedad y tenga un buen desarrollo en su crecimiento. Conviene
enseñarles a ponerse en el lugar de los demás, colaborar desde la igualdad,
expresar aceptación y reducir las frecuentes conductas de rechazo que suelen
expresar, pasar a formar parte de una clase homogénea.
BIBLIOGRAFÍA
DÍAZ-AGUADO,
M.J. El maltrato infantil. Revista de Educacion,
núm 325 (2001), pp. 143-160 (Consultado el 18 de Noviembre)
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